Una escena demasiado singular, él se subió a la micro y asomando su cabeza por una ventanilla a pesar de que el gentío intentó retenerlo, estiró el brazo hacia el exterior empuñando aquella arma de letras y dirigiéndose a la muchacha pronunció: -¡Toma tu libro, maldición!-. Y el transporte aceleró perdiéndose en la madrugada. Ello tomó el objeto, no era más que un cuaderno en blanco.